Seamos uno a pesar de nuestras diferencias


¿Qué pasaría si dejáramos de separar a las personas por clases sociales?


Cuando me acosté a tratar de dormir un poco, luego de los acontecimientos ocurridos el día de ayer (10/10/2019) en Atuntaqui, empecé a divagar en mi cabeza y pensar en cuál podría ser la solución.

He conversado con personas que están a favor de quitar el subsidio, he conversado con personas que están a favor de derogar las reformas económicas planteadas por el gobierno y respeto sus luchas, sus posturas mas no sus actos de violencia.

Al despertar esta madrugada, dentro de esas conversaciones que he mantenido con algunas personas, se remarcó en mi cabeza un factor común. Los “a favor” y “en contra” siempre se refieren a clases sociales. Que si los pobres esto, que si los ricos esto otro. Que sin los campesinos no tenemos que comer, que sin el dinero de los ricos los campesinos no podrían suplir sus otras necesidades y así un circulo de situaciones.

Entonces recordé un video de aprendemos juntos sobre una filósofa, Adela Cortina -lo pueden ver en mi perfil de Facebook- donde dijo que, si las personas fuesen un poco más empáticas las unas con las otras, aceptando que todas las personas merecen el mismo respeto por ser personas y que sus diferencias en lugar de ser una fuente de discusión, fuesen una fuente de aprendizaje, nuestras mentes llegarían a un siguiente nivel.

Hay que aceptar que todas las personas tenemos derecho a ser diferentes y de hecho, como siempre lo digo, el que se atreve a ser diferente está destinado a trascender. Imaginemos un mundo donde todos piensan igual, actúan igual y visten igual, qué aburrido sería. Entendamos que las diferencias nos hacen lo que somos, nos permiten crecer como sociedad.

Sí, si necesitamos de los campesinos, si necesitamos de los empresarios, todos necesitamos de todos. Los campesinos sin empresarios tal vez seguirían trabajando la tierra con las manos, haciendo su trabajo aún más duro. Los empresarios sin mano de obra no podrían hacer progresar a sus empresas y menos dar empleo a otras personas. Sé que puede ser un análisis muy simple, pero creo que al buen entendedor pocas palabras.


Cuando escuché que las utopías crean las mejores realidades, pensé en la utopía de tener un mundo dónde aprovechamos nuestras diferencias para crecer, para ser uno en el bien común. Para lograr crecer como sociedad, para juntos trabajar por un mejor hogar.

La mayoría de veces se necesita tocar fondo para poder resurgir, recargados, con más ganas de construir nuestros sueños. A veces es necesario, obviamente sería mejor no aprender con los golpes que nos da la vida, pero así nos tocó ahora. Y si empezamos a marchar, que sea sin violencia, sin agresiones, sin insultos, sin ver beneficios sólo de unos, afectando a los beneficios de otros.



Construyamos un nuevo Ecuador, un Ecuador empático, solidario, de gente amable, cordial y responsable. Construyamos ese país al que todo el mundo necesita. Un país de paz.

Dejemos de separarnos y seamos uno solo. Por el bien común. 

Pensemos en soluciones y dejemos de culpar a otros, tomemos en nuestras manos la responsabilidad que nos ha sido encomendada a cada uno, desde nuestros hogares, nuestros puestos de trabajo, desde nuestros corazones. Hagamos que el cambio empiece por nosotros.



Creamos en las utopías de una mejor sociedad.

Recuerden que el mundo es de los locos.

Un abrazo enorme para todos. ¡Qué viva el Ecuador!


Quiero agradecer de manera especial a Juan Fran por permitirme usar sus fotografías en este blog.

Comentarios

  1. El ser humano desde su primer amanecer en la tierra, empezó una lucha sinigual por el dominio, aun antes de que tengan la más mínima percepción de clases y de sociedad, ¿será que tal vez somos genéticamente propensos a crear desigualdad? Yo prefiero pensar que no, que como decía Rousseau, el hombre nace bueno. Sin embargo, las evidencias dicen lo contrario, la primera clasificación de la historia se dio entre hombre y mujer, prosiguió con la fuerza latifundista, la creación de las grandes industrias, la explotación desmedida de recursos escasos y en todo ello una brecha de desigual cada día más evidente. La violencia no es la solución, es cierto; la inacción, lo es mucho menos. Ecuador con una de las tasas más elevadas de desempleo, pobreza extrema y violencia de Latinoamérica, es un claro ejemplo del gran fracaso que han resultado las instituciones del Estado democrático, donde la conmoción social solo es un síntoma de un pueblo cansado y hambriento, al cual la corrupción, la indiferencia social, la poca educación, una distribución ineficaz de la riqueza del Estado, una cultura de victimismo y conformismo, nos han hecho incapaces de tomar las riendas de nuestra sociedad, nos hemos quedado en un discurso de odio entre clases y no hemos transcendido en aquellos actos que nos dará una comunidad en igualdad. Me encanto leerte Andrés, algún día seremos uno, a pesar de las diferencias.

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